domingo, 29 de septiembre de 2013

"Fulanita"

Dicen que las mujeres somos unas cotillas. Que todo lo hablamos y lo marujeamos. Lo dicen, especialmente, los hombres, y aún más especialmente, los que comparten su vida con una mujer.

- ¿Y se lo has tenido que contar a ella? (de ahora en adelante, “Fulanita”)

- Sí, es mi mejor amiga…

Término que algunos no entienden. En su diccionario mental, la entrada relativa a mejor+amigo equivale a: colega con el que cervecear, jugar a videojuegos, ver el fútbol y mamporrearse como saludo con una brutalidad directamente proporcional al cariño que le tengas al susodicho.

Clichés, of course. Pero lo mismo de prejuicioso tiene éste mío que los que nos sitúan a las mujeres como cotorras con incontinencia verbal sin remedio.

Todas las mujeres tenemos una “Fulanita” (que suena a mujer de vida alegre, pero no lo es). Una amiga a la que se lo contamos todo aunque no sea a tiempo real. A veces pasan días o incluso semanas hasta que conseguimos arrancarnos con un “te tengo que contar una cosa…”. Pero al final, cae.

“Fulanita” puede ser paño de lágrimas, látigo revulsivo o oreja gigante según lo requiera la situación. Y lo cierto es que, mágicamente, ella siempre sabe elegir la versión de sí misma que tú necesitas en cada momento. 

Las mujeres necesitamos contarnos las cosas igual que necesitamos ir juntas al baño (este cliché sí que es bueno). Especialmente, si se trata de problemas. Y es que en los momentos bajos… más vale estar bien acompañada. Otro punto de vista, un bálsamo de comprensión o un “venga, va, espabila y deja de llorar” son tan terapéuticos a veces que me apiado de aquellos sin un fulanito/a en su vida con el que soltar lastre. Aquellos recelosos que prefieren guardárselo todo, incluso el mal rollo, como auténticos coleccionistas de penurias porque “los trapos sucios se lavan en casa”. 

Pues no, amigos, los trapos sucios, muy sucios, necesitan prelavado, lavado, centrifugado y secado. Y ahí entran los fulanitos del mundo. Todos tenemos, como mínimo, uno (a veces valen también hermanos/padres/cuñados/primos/vecinosdelquinto) y, con un poco de suerte, todos lo somos también.


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