lunes, 2 de enero de 2012

Cumpleaños feliz :)

Tal día como hoy, hace 24 años, venían al mundo dos preciosas mellizas tan distintas como el día y la noche. Aún recuerdo la primera vez que las vi. El temido primer día de colegio que, sin embargo, yo afrontaba con resignación y sin llanto. Sonia y Cristina estaban apoyadas en la fachada del que sería nuestro primer pabellón. El pabellón de preescolar.

Lo siguiente que recuerdo es jugar con ellas. Todo el tiempo. Nuestra especialidad era moldear curiosas figuras con arena mojada del foso (nosotras sabemos de qué va la cosa). Nos incluíamos (ellas a mí y yo a ella) en nuestros primeros dibujos. Apenas unos garabatos de colores que, poco a poco, fueron perfeccionándose hasta convertirse en escenas costumbristas a lápiz en las que retratábamos nuestro día a día viviendo juntas en una casa con terraza incluida.

Nos regalábamos dibujos y recortes que encontrábamos por cualquier parte, sobre los que escribíamos mensajes secretos y tiernas dedicatorias con la primera versión de nuestra recién estrenada caligrafía. En lo de dibujar, Sonia era la mejor. Ya podría, porque aunque por aquel entonces decía que de mayor quería ser monja (no, no es broma), hoy es un gran artista aunque le cueste creérselo. 

Lo compartíamos todo, incluso el almuerzo, especialmente los copos de cereales (sin chocolate, por favor) que Sonia y Cristina me ofrecían cada recreo. 

Esas son las primeras imágenes que guardo de mis dos primeras mejores amigas. Entonces aún no sabía que también serían las últimas. Han pasado dos décadas y en todos estos años hemos crecido juntas, hemos visto cambiar nuestro mundo, hemos planificado cumpleaños, hemos compartido música y revistas adolescentes, hemos hablado de tantas cosas que es imposible cuantificarlas... Sexo, religión, chicos, música, televisión, más chicos, política, cine, y de nuevo los chicos. Porque los corazones rotos dolían menos cuando estábamos juntas.

Es imposible, casi insultante, intentar resumir en cuatro parrafadas toda una vida juntas. Una vida en la que hemos sido niñas, y luego adolescentes, y luego adultas, sin apenas darnos cuenta. En ese camino, mi camino, me han pasado muchas cosas, pero al girarme, en cada curva estaban ellas. 

Cristina, suave y enérgica al mismo tiempo. Como un gran sol enorme. Capaz de estallar en un grito y darte un consejo al instante siguiente. Prudente, sensata, pensativa y comprensiva. Porque incluso cuando su mirada perdida se clava en el infinito y parece que está a mil millones de años luz de la conversación, siempre vuelve a aterrizar para arroparte con su "hagas lo que hagas, te apoyaremos".

Sonia, un torbellino de alegria, felicidad y risa chillona que resucitarían a un muerto. Imposible aburrirse con ella. Incluso en los peores momentos, Sonia te arranca una carcajada y sabes que es su manera de decir "me importas". Valiente, risueña, locuaz, sincera. Siempre te dirá lo que piensa, incluso si no te gusta. 

Sonia y Cristina. Cristina y Sonia. Gracias a la casualidad (y a las decisiones de nuestros santos padres de procrear en el mismo año, y afincarse en el mismo barrio), tuvimos la oportunidad de conocernos. Supongo que el destino, hizo el resto. Porque cuando echo la vista atrás comprendo que no podía ser de otra manera. Que mi vida sin vosotras hubiera sido otra vida, otra cosa, otra historia. Gracias por ser y estar. 

Ah! Y feliz cumpleaños :)