martes, 4 de junio de 2013

El trébol de cuatro hojas

El primer estante del armario que hay bajo la pila de mi cuarto de baño es un auténtico muestrario de lacas de uñas. Os lo juro. Exagerado. He llegado a creer que tengo un problema, sobretodo teniendo en cuenta que la mayoría de las veces me muerdo las uñas y no puedo lucirlas. Pero bueno, lo importante es la actitud, o eso dicen. Por eso en el primer estante que hay bajo la pila de mi cuarto de baño hay esmaltes rojos, rosas, naranjas, verdes, azules, morados y todos sus derivados. Por eso, ayer cogí el pintauñas color turquesa y vestí con esmero mi desnudas y mordisqueadas uñas. Porque lo importante siempre es la actitud.



Eso dice, al menos, El Libro de la Buena Suerte. Un tomo breve, cuyo contenido, a priori, juzgué demasiado predecible y simplón, pero que tras su lectura me dejó algunas reflexiones importantes. ¿Qué pensaríais si, para conseguir la felicidad eterna, tuvierais que encontrar el lugar exacto donde nacerá un trébol de cuatro hojas en un extensísimo bosque? Imposible, ¿verdad? Ciertamente lo es. Como increíble es el final de El Libro de la Buena Suerte, en el que uno de sus protagonistas consigue, efectivamente, hallar el codiciado sitio. Bueno, en realidad, lo que hace el tenaz caballero es escoger una parcela al azar y crear en ella todas las condiciones necesarias (sol, viento, tierra) para que el mágico trébol crezca, esperando que la madre naturaleza elija justo ese punto para hacer nacer la diminuta planta. 

Extrapolemos. ¿Quieres conseguir algo? Pon de tu parte. Crea condiciones, facilita situaciones. Haz que pase. Suena fácil, pero no lo es. Está claro que no conseguiremos que nos lluevan billetes sólo por plantarnos en medio de la calle con un capazo y muchas ganas. No. Pero nos sorprenderíamos si, en lugar de quejarnos y maldecir al universo y cruel destino cuando algo nos sale mal, optáramos por adoptar una actitud predispuesta. Osea, que si quieres recibir invitados, asegúrate de que te pillen con la mesa puesta. La Buena Suerte se crea, no se atrae. No busquéis más tréboles de cuatro hojas: lanzaros a cultivarlos. Porque la vida sólo pasa una vez, y vale la pena luchar por las cosas que realmente le dan sentido. 




1 comentario:

  1. Ohhhh, yo tengo huerta en mi casa, si un día te apetece puedes venir a cultivar conmigo. En vez de tréboles de cuatro hojas nos pondremos con las frutas y las flores :)

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