domingo, 10 de febrero de 2013

Mi vida antes de ti

Querido Smartphone: 

Mi vida antes de ti era más tranquila. No ansiaba nada de mi teléfono móvil, alguna llamada perdida adolescente o Sms escueto para quedar ("A las 6 en el monumento!"). No era él, el anterior al anterior a ti, una prolongación de mi mano, como tú lo eres. No me agobiaba ni me exigía tanto. De hecho, hasta disfrutaba olvidándome de él por unas horas, abandonándolo premeditadamente en algún lugar al otro extremo de la casa.

Mi vida antes de ti era, eso sí, más aburrida. En mis tediosas esperas en la parada del autobús, tenía que conformarme con observar a los viandantes o intentar descubrir a las escurridizas ardillas que habitan en los árboles de la Avenida Blasco Ibáñez. En el ralentizado universo paralelo que es la sala de espera de la consulta del médico de la Seguridad Social, sufría, vaya cómo sufría. Los minutos parecían horas, y cotillear el Facebook o mirar el correo en el ordenador era algo que se me antojaba tremendamente lejano.

Mi bolso agradeció tu llegada hace ya algún tiempo, de eso estoy segura. Antes estaba mucho menos transitado. Rebuscaba apenas dos o tres veces al día para hallar mis llaves, el monedero o el pintalabios. Ahora, perderme en ese agujero negro de objetos fundamentalmente prescindibles es un tic nervioso. Y casi siempre busco lo mismo: a ti, querido Smartphone. No sea que me hayan enviado un Whatsapp, o veinte (ay que emoción cuando ves 20, y qué decepción cuando compruebas que todos son de tu grupo de amiguetes pesados, y no de la persona que ansiabas) y yo no me haya enterado.

Además es que, para qué negarlo, haces el mundo más bonito, más interesante. Un zapato tirado en el suelo, un paisaje aburrido, un gato callejero, cualquier escena monda y lironda se recubre de un halo de magia gracias a los filtros del Instagram. Todo lo que me gusta, me lo llevo a casa puesto. Y, encima, si quiero lo comparto en un plis para que todos sepan (qué importante es esto) dónde estoy, con quién estoy y qué me gusta. La contrapartida es que, por el camino, he pasado de vivir los momentos a guardarlos-grabarlos para vivirlos luego. No soy la única, reconozcámoslo. En las mascletás, conciertos o cualquier acontecimiento digno de nuestra atención, ya no miramos al escenario/cielo o lo que sea, miramos a la pantallita (ahora, de nuevo, pantallaza) de nuestro teléfono inteligente para asegurarnos un óptimo encuadre.


No es que sea una enferma adicta a ti. No quiero parecer más loca de lo que estoy. Supongo que soy como mucha gente, como demasiada gente. Supongo que dependo un poquito de ti, pero no lo suficiente como para silenciarte cuando me embarco en una lectura interesante (eso me consuela y tranquiliza, mucho). Aunque confieso que, de vez en cuando, te regalo una mirada furtiva desde el sofá para ver si tu luz LED parpadea y alguien (¡oh, milagro!) requiere mi virtual presencia.

A veces me canso de ti, espero que sepas perdonarme. Anhelo los tiempos de pantallas en blanco y negro, cuando el único vicio que venía de un móvil era jugar al Snake. Extraño pasar horas y horas desconectada del mundo, pensando en mis cosas o, simplemente, no pensando. No pensando en la llamada que esperas, en la que no esperabas y te ha torcido el día, no acordándote de quien te olvida, y olvidándote de quien te busca. 

Una relación amor-odio, la nuestra. A veces te aborrezco, pero que no te toque nadie. Que ningún osado agente externo ralle tu intacta pantalla, que nadie que no sea yo te despoje de tu funda de silicona, que nadie me diga que te presto demasiada atención. Que nadie, excepto yo misma, me juzgue por quererte tanto.


3 comentarios:

  1. Que tipico ver a todo el mundo con el telefono pegado a la mano, ya sea caminando, esperando el bus, tomando algo ... me desquicia la gente que le hace más caso al citado aparato que a la persona que tiene delante, me parece una falta de educación muy grande.
    Yo gracias a Dios no he sucumbido a las redes sociales, no tengo Instagram ni Twitter, ni gaitas varias. Ya me llega con el Whatsapp jeje.
    Cuantas partiditas al Snake jajajaja ... Una reflexión muy buena, te felicito.
    Un beso y buen domingo ;)

    http://be-beauti-ful.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muuchas gracias por leerme! Y me alegro de que te haya gustado. Tienes toda la razón con lo del whatsapp y las citas. Yo a ese límite no llego, e intento pasar del móvil cuando estoy acompañada. Un besito y feliz semana!

      Eliminar
  2. Todos somos un poco así, creo. Un telefono de esos es un arma de distracción masiva. Me rio yo de los que intentan dejar de fumar: clínicas de desintoxicación de redes sociales en breve, lo estoy viendo. Yo me cargué el Facebook, y lo he cambiado por Twitter. Pero me dicen que es aún más adictivo. Veremos...

    Voy a seguir leyendo un poco, que me gusta tu desparpajo al escribir despacito y con buena letra. Saludos!

    ResponderEliminar