domingo, 17 de noviembre de 2013

Back to december

Fue justo entonces. Cuando el sol había vuelto a salir tras años de frío invierno. Un invierno, no lo niego, a ratos hermoso. Con su lluvia y sus tormentas pero también con la paz de su blanca nieve. 

Fue justo entonces. Un fogonazo, un disparo. Directo a mi corazón. Casi pude sentir de nuevo el espacio vacío que habías dejado años atrás. Volvía a abrirse, a notarse, a ser. Las brasas avivándose y el fuego brotando sin permiso. 

Tú de espaldas. Hubiera reconocido tu espalda entre mil espaldas. Tú con tu chaqueta nueva, una que probablemente no lo era para ti. Una que no compramos juntos, que no te ayudé a escoger. Una chaqueta sin historia, o al menos no con una que yo conociera. Clavé los ojos en tu nuca, como si allí estuvieran los tuyos. Sin pudor, sin miedo a que, guiado por alguna especie de oportuna intuición, te girases y me descubrieses allí, con la hoguera encendida al calor de una cascada de recuerdos incontrolables. 

Decidí seguirte. Lo decidí como deciden los pulmones respirar o el corazón latir. Como un río desembocando en el mar o un árbol buscando el sol. Mis pasos se fueron detrás de ti, de aquel nosotros, hasta que decidí perderte. Pude haberte seguido hasta dondequiera que fueras, pero supe parar a tiempo. Pensé en mi primavera y dí media vuelta. 

No me viste. Nunca sabrás que no me viste. Que aquel día olvidé el invierno pero también el verano, la primavera y el otoño. Y volvió a ser entonces. Esa época entre estaciones, ese lugar alejado del tiempo en el que sólo éramos tú y yo.


1 comentario:

  1. Oh! qué bonito! Me quedo con la duda de si es verdad de la buena o ficción! Un saludo londinense!

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