lunes, 14 de enero de 2013

Feromonas

Que sí, que ya lo sé. Que normalmente mis posts son más profundos, más literarios, más "de pensar". Pero hay días y días, y autocensurarme en mi propio blog... ¡Sólo faltaba eso! Hoy le cedo esta pantalla en blanco con cursor titilante esperando a ser desplazado por un torrente de letras, a mi yo más irónica.

Empiezo.

Hombres del mundo. Artistas innatos del piropo. Transeúntes mundanos con alma de soeces obreros. Graciosillos encantados de conocerse, orgullosos de su limitado y manido repertorio de agasajes verbales: "¡Guapa!", "¡Eso es carne y no lo que le echa mi madre al puchero!" y una interminable colección de sonidos indescriptibles que no sé muy bien qué pretenden ser o expresar. Bueno, en realidad sí lo se. Chasquidos con los que yo no azuzaría ni a un burro, besitos para perros, silbidos de lobos buscando hembra, rebuznos de pura animalidad. No seré yo quien juzgue a los expertos artífices del competitivo mundo del piropo español, aunque en realidad ya lo he hecho. 

Hombres del mundo, lo que me fastidia, me revienta, me desespera y NO entiendo, es que la intensidad, brutalidad y "salidez" de vuestros piropos sea inversamente proporcional a mi buen aspecto. Ojerosa, despeinada. Cada centímetro de mi carne cubierto por vaqueros, abrigo, maxibufanda y hasta guantes. ¿Hola? ¿En serio? Pues sí. Y no, no me levanta la moral, no me hace pensar: "pues igual no estoy tan mal esta mañana...". Me hace preguntarme, más bien, por qué gastaré en maquillaje o me molestaré en combinar mi ropa o en peinarme decentemente la mayoría de los días. Si es que les da igual. Al final todo parece reducido a una cuestión de hormonas, de feromonas que despiertan el instinto salvaje más allá de vestimentas o atuendos. 

No descarto, dicho esto, bajar un día en pijama a la calle, como mero experimento científico y sociológico. Pero llevaré conmigo un spray de esos antivioladores que los padres de las pelis de Hollywood meten en los bolsos de sus hijas adolescentes. No sea que los ositos del estampado de mi pijama despierten la libido de algún pobre inocente. Y yo sin saberlo...

En fin, siempre me quedarán los abuelillos. Esos están hechos de otra pasta. Fueron conquistadores, y aún lo son, a golpe de flores, delicadas indirectas, cortejos casi imperceptibles, cartas de amor, sugerentes insinuaciones... Abuelillos como el que hace unos días se dirigió a mi madre en la frutería y, mirándome de soslayo le dijo: "¡Menuda chica elegante tienes, oye, seguro que ya la buscan!". Ay, adorable señor, sí que me buscan sí, y lo peor es que me encuentran.



4 comentarios:

  1. Hola, vengo directa del blog de tu querida amiga MC. Me quedo por aqui! Por cierto,no sabes los mosqueos que me pillaba yo en Oviedo con los obreros salidos que me topaba de camino a la facultad. Les insultaba y les miraba fatal, pero no me servia de nada! Sabes que raro? En Alemania no me ha pasado nunca....se cortan mucho más, son más elegantes, aunque supongo que habrá de todo!

    eintagmitpepa.blogspot.com

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  2. Hola guapa! gracias por pasarte. Te conozco de nombre a través de mi querida MC, como bien has dicho! Ays, estos hombres... qué les pasará por la cabeza, o por dónde sea? jeje
    Agrego tu blog para seguirte la pista! Un besito! :)

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