lunes, 28 de noviembre de 2011

Lo que nos han contado

Nos enseñan a sumar, a restar y a multiplicar. Luego vienen la trigonometría, las ecuaciones. La Física y la Química. Nos enseñan Historia. Quiénes marcaron nuestro sino cuando nosotros aún no éramos, no existíamos. Quién creó nuestras leyes. Quién luchó por nuestra libertad. Quién subyugó a nuestros antepasados. Quién cultivó la música, la poesía, el arte, haciendo del mundo algo más excelso, menos aburrido, más interesante, menos burdo y más relevante.

Hay muchas cosas que nadie nos enseñó, y que hemos tenido que buscar en libros que nunca vimos en la escuela. Libros que nos han hablado de amor, de política, de ideales, de derechos humanos, de justicia, de violencia, de los Estados, de religión, de las guerras, de las mentiras encubiertas y disfrazadas de dogmas o preceptos indiscutibles de nuestra cultura y sociedad.

Hay otras cosas que ni siquiera están en esos otros libros. Los que encontramos por accidente cuando buscábamos en la biblioteca de la facultad el manual para una clase. Los que nos recomienda ese amigo bibliófilo que siempre termina con un "ya verás como te gustará". 

Hay cosas que sólo nacen, viven y crecen en nosotros. Monstruos y fantasmas, pero también esperanza, ilusión, felicidad. Nadie nos enseña cómo ser felices. Cómo gestionar el amor, ese torrente de agua que empieza como un goteo y que pronto lo inunda todo, abre compuertas sin preguntar y acaba habitando cada parte de lo que somos. 

Nadie nos enseña cómo transmutar la tristeza en alegría. Cómo dejar de sufrir cuando estamos consumidos. Cuando incluso la causa de nuestro dolor es ya lo de menos, pero, incluso estando hundidos en un pozo del que no sabemos como salir, aún alcanzamos a pensar que no queremos estar más así, que queremos sonreír, que queremos dejar la oscuridad y salir a la luz otra vez. Nadie nos enseñó como se hace eso.

Nadie nos enseñó que, aunque hace años hubiera colonias explotadas, dictaduras sangrientas, gobiernos despóticos que no contemplaban el libre sufragio, que encarcelaban o, peor, eliminaban a las personas sólo por ser diferentes, aún existe la injusticia. Esta presente en nuestro orden económico, que exprime al pobre para enriquecer al rico. En los bancos, en los gobiernos corruptos "democráticamente" elegidos, eso sí. En nuestro sistema electoral, en las hipotecas basura, en los contratos laborales precarios, en la violencia machista, en todos los tipos de violencia, en realidad. En la discriminación. En los países que languidecen a la sombra alargada y macabra de nuestros caprichos. En los niños cuyos derechos se mancillan para cosernos zapatillas de marca.

Poco de eso nos enseñaron en la escuela. Poco nos enseñan los medios de comunicación, los que deberían tomar el relevo en la educación de los jóvenes que terminan su formación académica. Los que deberían ser nuestra voz, no nuestro yugo. Los que desoyen cada día su responsabilidad de (in)formar, no de (des)informar. 

Por suerte, hay un lugar que, con no poco esfuerzo, puede escapar de la injusticia, la intolerancia y la manipulación. Un lugar donde trabajar para conseguir ver la realidad sin el velo de la irrealidad que promulgan algunos (muchos) medios, y algunos (todos) políticos. Ese lugar eres tú. En ti, puedes ser quién tu quieras. Un lienzo ya usado, no en blanco, que tú puedes rediseñar. Aprovéchalo.


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