miércoles, 24 de agosto de 2011

Noelia

Noelia es despistada como ella sola. Olvida sus tareas, algunas citas y hasta su propio cumpleaños sería capaz de olvidar. Siempre me he imaginado su cabeza como un hervidero de ideas: planes que le gustaría hacer y a veces no hace, preocupaciones por personas que no las merecen y ocurrencias maravillosamente absurdas que nadie más pensaría. Un lugar lleno de ruido, abarrotado de pensamientos, un caos donde ella, milagrosamente, encuentra el orden y la paz. 

Milagrosamente también, Noelia siempre encuentra un instante para regalarle a alguien cercano, alguien a quién hacerle sentir bien. Una observación tonta ("¿te has dado cuenta de...?", "¿nunca has pensado en...?"), una anécdota imposible ("a qué no sabes lo que me ha pasado?"), o simplemente una conversación cualquiera que arrancaría una sonrisa a un muerto.

Noelia es pura alegría sin histrionismo. Es feliz y punto. No revolotea, no presume. No lo necesita. Noelia encuentra la felicidad en las cosas pequeñas: una obra de teatro, una exposición de pintura, una canción inspiradora. Noelia ama el arte, y aunque se resista a reconocerlo, el arte la ama a ella también. 

Noelia es fuerte y valiente. Una todoterreno que esconde sus incomprensibles inseguridades detrás de un poderoso físico y una melena de leona con la que a veces no sabe qué hacer. Se la recoge en una coleta, se la retuerce con un lápiz, se enrosca mechones con las manos. Todo en la misma hora y media de soporífera clase. La misma clase en la que es capaz de echar una cabezada de dos minutos con el cuello erguido para despertarse súbitamente y confesarte -y lo dice en serio- que incluso le ha dado tiempo a soñar. 

Dicen que todos tenemos un niño dentro. Noelia tiene una niña fuera. En la mirada, siempre chispeante incluso si cansada, en su ademán grácil y despreocupado, en sus gestos tan espontáneos e inconfundibles: enfurruñada, divertida, triste, rabiosa, traviesa. Sí, la Noelia traviesa es la que más gusta. La que te roba la tapa de un boli y te la devuelve mordisqueada e inservible, la que te rasga un trozo de tus apuntes, la que te da un pellizco que es simplemente un "me gusta estar contigo", la que te saca de quicio haciéndote la burla, jugando con tu oreja o rayándote el brazo.

Noelia no habla si no tiene nada que decir, y con ella los silencios no son incómodos sino un lugar agradable donde instalarse un rato. 

Noelia me ha regalado su arte a veces, que cuelga de las paredes de mi habitación, y su amistad siempre, que conservo como el más preciado de los obsequios. Yo, a cambio, le regalo estas líneas para desearle el más feliz de los cumpleaños.

:)


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