domingo, 18 de agosto de 2013

Dejen salir antes de entrar

Querido desconocido,

Ven ya, te lo suplico. No será fácil, te lo advierto. Verás el miedo en mi mirada y la duda en mis palabras. Tendrás que disipar sombras, deshacer pesadillas, curar heridas y espantar fantasmas. Quizá incluso alguna vez, estúpida de mí, te pediré que te esfumes. Pero quédate, por favor. Dime que te quedarás. Al menos el tiempo suficiente para conocerme de verdad. Dime que asumirás el reto, que me esperarás como yo supe esperarle. Que me devolverás la paciencia que se me agotó en otro viaje.

Querido desconocido, prometo descorrer el cerrojo de esta pesada puerta, pero tú tendrás que hacer el resto. Es una puerta vieja, pesada, cansada y, me temo, atascada. (Pista: quizá sólo necesita una mano de barniz y algo de 3 en 1).  

Querido desconocido, te daré todo lo que tenga. Quizá no sea todo lo que te mereces, y la culpa no será tuya, ni mía, ni suya. Pero te ofreceré lo que me quede, y eso, créeme, será mucho para mí. Te querré mucho, eso lo sé, pero no me preguntes si tanto como a él. No me obligues a mentirte, no me obligues a decirte la verdad. 

Querido desconocido, dicen que hay que dejar salir antes de dejar entrar. Pero intenta al menos pasearte por aquí mientras espero, mientras esperamos. Sé mi reclamo, mi gancho, mi otro clavo. No es justo, nunca lo es, nunca lo fue. Pero valdrá la pena, eso también lo sé.




No hay comentarios:

Publicar un comentario