miércoles, 16 de abril de 2014

Diez minutos

Me estaba comiendo una manzana cuando la vi. Sólo tenía permitidos diez minutos de descanso, y mejor aprovecharlos para regalarle a mi cerebro un buen chute de vitaminas. Al otro lado de la ventana estaba ella, de pie cerca de una pared, aprovechando un triángulo de sombra, un verdadero oasis en plena tiranía del sol del mediodía. No parecía estar haciendo nada, o al menos nada importante. 

Llevaba puesto un traje de falda en color crema, zapatos negros lustrosísimos y un bolso de piel de los que ya no hace ni Louis Vuitton. Con su permanente recién hecha, su postura erguida y su mirada atenta consiguió haciendo eso, nada, que una joven apresurada por norma y estresada de serie se parase a reconsiderar unas cuantas cosas sobre la velocidad. Y todo, en el tiempo en que se tarda en comer una manzana.

Porque la anónima octogenaria en la que se posó mi vista durante mi descanso de la pantalla del ordenador estaba, simplemente, haciendo nada. Quizá esperase a alguien, a una hija, un nieto o al destinatario de un amor de esos que ya no existen. Pero, muy probablemente, ni siquiera aguardaba nada. Simplemente, repito, estaba allí sin hacer nada. 

El cielo había amanecido de un azul imposible, la temperatura era agradable a la sombra. Y había tanta vida a su alrededor... ¿Por qué iba a necesitar un motivo para estar allí parada? ¿Por qué iba a desperdiciar el momento ensimismándose con un smartphone? ¿Por qué iba a revolver nerviosamente en su bolso buscando nada, o a hacer limpieza de los resguardos acumulados en su cartera, o a comprobar si había cogido cualquier cosa que realmente no iba a necesitar con casi total seguridad? ¿Por qué iba a enfrascarse voluntariamente en cualquier otra realidad que no fuera la que tenía ante sus ojos? 

Niños jugando, gente paseando, árboles, asfalto, sol, un supermercado, una librería, una parada de autobús, un montón de cajones con fresas, naranjas y cerezas.Vida, sin más.

Ella no parecía estar haciendo nada, o al menos nada importante. Y eso me hizo pensar si no serán las cosas menos aparentemente trascendentales, las verdaderamente importantes. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario