domingo, 2 de marzo de 2014

Dos naranjas

No me gusta nada la idea de ser la mitad de alguien. Menos aún que alguien sea la mía. La vida ya está hecha de demasiadas mitades, empezando por nosotros mismos. Somos mitad miedo y mitad valor, mitad fe y mitad desesperanza, mitad luz y mitad sombras. Consciente o subconsciente. Cabeza o corazón. Sí o no. Ahora o nunca. 

Prefiero más bien que alguien entero se tope con mi entereza por casualidad. 

Todo lo demás es sumar mitades, reunir fracasos, cargar de piedras ajenas la espalda ya cargada de las propias. Puede resultar agradable a veces, sobre todo si es a ti a quien le toca descargar parte del peso en alguien que, a priori, puede parecerte más robusto. Puede resultar apacible, confortable. Pero nunca sale bien. Porque a lo largo de la vida nunca nos tropezaremos con una mitad como la nuestra.

Todo lo demás es un refugio, no una casa.


refugio.
(Del lat. refugium)
1.m. Asilo, acogida o amparo.
2.m. Lugar adecuado para refugiarse.

Como el roble del bosque, tú eres mi parte, yo soy el todo.


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